1 de diciembre de 2008
Ya simplemente es desesperante. Ya no entiendo cómo soy capaz de soportarlo. No puedo seguir así, no puedo hacerlo. Estoy cansada de que inundes cada rincón de mi mente, de que domines cada tejido de mi piel. No se que es lo que te mantiene ahí, tan lejos. Tan inalcanzable, inamovible. Pero es perverso. Y me está quebrando. No puedo dejar de sentirte conmigo, sentirte en mi respiración, sentirte en mí. No puedo ni un segundo dejar de extrañarte con cada fibra de mi ser. Me es imposible olvidar lo feliz que me hacías. Me es imposible no pensar en una realidad alternativa. Una en la que no me lastimes así. Una en la que herirme no sea tu pasatiempo predilecto. Es increíble cómo las cosas cambiaron. Es inverosímil la manera en la que me entrego entera a sufrir, tratándose de vos. Lo fácil que podés tenerme. Sabés que es así, y sabés manejarlo perfectamente. Mi vida está en tus manos, o mejor, a tus pies. Y ya no me importa lo que pueda llegar a pasarme, lo que quiero es dejar de sentirme así. Dejar de sentir que no estoy donde debería estar, que no me siento como debería sentirme, que no vivo lo que tendría que vivir. Que no doy lo mejor de mí. No pude hacerlo, no te pude olvidar, y la verdad es que creo no poder hacerlo nunca. No- puedo- olvidarme- de- vos. Esté donde esté, con quien esté y cómo esté, voy a estar pensando en vos. Voy a estar amándote. Como lo he estado, desde hace demasiado tiempo. Aunque sé que es lo peor, que me hace mal, porque de veras lo hace, es para mí algo totalmente inevitable. Porque es inevitable que mi mente vuele en dirección a lugares remotos, como tus imágenes, mis recuerdos. Tus imágenes, tus gestos, tu cuerpo, tu risa, tus mentiras, tu ego, tu cariño, tu peligro, tu todo. No puedo evitar amarte, ni extrañarte, ni pensarte. No puedo hacerlo. ¿Duele? Já, Destruye.